Una vez fui a los Himalayas con varios amigos, y luego tuve que pedirles que
me dejaran porque habían traído sus transistores y sus periódicos y revistas, y las novelas que estaban leyendo, y estaban hablando continuamente: hablando de cosas de las que siempre habían hablado. Así que les dije: «¿Por qué habéis venido a los Himalayas? Estabais hablando de estas cosas perfectamente bien en casa, y estáis diciendo otra vez lo mismo: los mismos chismorrees, los mismos rumores.» Y cuando venían conmigo a algún sitio precioso, traían sus cámaras, hacían fotos. Les dije: «Tú has venido aquí a ver. ¡No has traído tu cámara para que vea los Himalayas!» Pero ellos decían: «Haremos álbumes preciosos, y más adelante veremos los bellos lugares que hemos visitado.» Y allí mismo no estaban allí; solo estaban pulsando sus cámaras. Esta estupidez hay que dejarla atrás. Es bueno ir a las montañas de vez en cuando. Y no estoy diciendo que empieces a vivir allí; eso no es bueno, porque entonces te vuelves adicto a las montañas y le coges miedo a volver al mundo. Las vacaciones tienen que ser simplemente unas vacaciones. Luego vuelve al mundo y tráete contigo toda la paz y el silencio y la experiencia de lo sagrado. Tráetelo contigo, haz un esfuerzo para que permanezca contigo en el mercado. Estas sugerencias son para los principiantes. Cuando una persona se ha vuelto realmente meditadora, puede meditar sentado ante un cine, puede meditar en el andén de una estación.
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .