Esta expiación te parecerá tan terrible que dirás: padre mío, si es posible, haz que
se aparte de mí este cáliz; pero, imponiéndose la sumisión sobre la debilidad, añadirás: ¡Pero hágase tu voluntad y no la mía! Te volverás hasta tres veces hacia los tuyos y los encontrarás dormidos, lo mismo que se durmieron en otro tiempo las tres facultades del primer culpa- ble, y les dirás: se acerca la hora y el hijo del hombre va a ser entregado a las manos de los pecadores. Después recibirás el beso de Judas, un beso parecido al que recibió del enemigo el primer culpable en las falsas promesas de una grandeza ilusoria, con la que abrigó cierta esperanza, y caerás, como aquel primer hombre culpable, en manos del que te traiciona. Pero el primer hombre cayó así en manos de sus enemigos, simplemente porque suspendió sus pode- res, mientras que tú, hombre nuevo, vas a suspender los tuyos para volver a caer en el poder de Dios, con el fin de que puedan ponerse en movimiento todos los resortes de la expiación.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .