El hombre es la víctima de sus propios deseos, los que crean múltiples problemas. ¿Cómo
podemos producir un estado sin deseos? Querer producir un estado sin deseos es un mero truco de la mente. Viendo que el deseo crea desdicha y queriendo escapar de ello, la mente proyecta el ideal del estado sin deseos y después pregunta: “¿Cómo he de alcanzar ese ideal?” ¿Qué ocurre entonces? Para estar sin deseos, usted reprime su deseo, ¿no es así? Estrangula su deseo, trata de matarlo, y después piensa que ha alcanzado un estado sin deseos lo cual es todo falso. ¿Qué es el deseo? Es energía, ¿verdad? Y en el momento en que usted sofoca su energía, ha hecho de sí mismo un ser apagado, carente de vida. Eso es lo que ha sucedido en la India. Todos los hombres llamados religiosos han sofo¬cado su deseo; existen muy pocos que piensan y son libres. Por lo tanto, lo importante es no ahogar el deseo, sino comprender la energía y utilizar la energía en la dirección correcta. Vea, cuando ustedes son jóvenes tienen energía en abundancia energía que les hace querer saltar sobre los cerros, alcanzar las estrellas. Entonces interviene la socie¬dad y les dice que contengan esa energía dentro de los muros de la prisión que ella llama respetabilidad. Median¬te la educación, mediante todas las formas de control termina por extinguir esa energía. Pero ustedes necesitan más energía, no menos, porque sin una energía inmensa jamás descubrirán lo que es verdadero. El problema, pues, no es cómo reducir la energía, sino cómo mantenerla e incrementarla, cómo hacer que sea independiente y conti¬nua pero no a instancias de ninguna creencia o socie¬dad de modo que llegue a ser el movimiento hacia la verdad, hacia Dios. Entonces la energía tiene un significa¬do por completo diferente. Como un guijarro que arrojan en un lago tranquilo crea un círculo que se amplía cada vez más, así la acción de la energía en la dirección de lo que es verdadero, crea las ondas de una nueva cultura. Entonces la energía es ilimitada, inconmensurable, y esa energía es Dios.
Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .