La gran diferencia entre la Ciencia Cristiana y sus formas más vulgares de Nuevo Pensamiento

y Autosugestión es que aquélla comienza todas sus operaciones con la Vida Divina, y por más irracionales que sean sus tentativas para crear un sistema de filosofía, sus métodos son empíricamente sanos. El ocultista, y especialmente el que practica la magia ceremonial, si no ha sido debidamente instruido en esta disciplina, suele comenzar sus operaciones sin vincularlas con las leyes cósmicas o los principios espirituales. Por consiguiente, las imágenes astrales que forma, son como cuerpos extraños dentro del organismo del Hombre Celestial o Macrocosmos, y entonces todas las fuerzas de la Naturaleza se dirigen espontáneamente a eliminar esa substancia extraña, para restablecer el equilibrio normal de las tensiones. La Naturaleza lucha contra el mago con uñas y dientes y, por lo tanto, todo aquel que ha recurrido a la magia no consagrada no puede deponer jamás la espada, sino que tiene que estar continuamente a la defensiva para conservar lo que haya adquirido. Pero el Adepto que inicia su obra en el Kether de Atziluth, es decir, en el principio espiritual, y opera de arriba abajo para irlo expresando en los distintos planos de la forma, emplea un poder extraído de lo Inmanifestado con ese objeto; ha hecho de su operación una parte intrínseca de los procesos cósmicos y entonces la Naturaleza trabaja con él, en vez de contra él. No podemos esperar entender la Naturaleza de Kether en Atziluth, pero sí podemos abrir nuestra conciencia a su influencia, y ésta es sumamente poderosa y nos da una extraña sensación de Eternidad y de Inmortalidad. Podemos saber cuánto ha sido efectiva la invocación de Eheieh en su purísima efulgencia nívea, porque nos encontraremos realizando nosotros mismos la completa convicción de nuestra impermanencia e insignificancia en los planos de la forma y la suprema importancia de la Vida Única que lo condiciona todo como la arcilla en las manos del alfarero.

Dion Fortune . La Cabala Mistica .

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