La persona estúpida siempre está aburrida. Está aburrida debido a las respuestas que ha acopiado

de otros y que sigue repitiendo. Está aburrida porque sus ojos están tan llenos de conocimientos que no puede ver lo que está sucediendo. Sabe demasiado sin saber nada en absoluto. No es sabia, solo está muy informada. Cuando mira una rosa, no mira esta rosa. Todas las rosas sobre las que ha leído, todas las rosas de las que han hablado los poetas, todas las rosas que han pintado los pintores y de las que han hablado los filósofos, las tiene en los ojos: una gran fila de recuerdos, de información. Esta rosa que está aquí se pierde en esa fila, en esa multitud: no la puede ver; simplemente repite. Dice: «Esta rosa es hermosa.» Estas palabras tampoco son suyas, no son auténticas, no son sinceras, no son verdaderas. La voz de alguna otra persona... Simplemente ha puesto una cinta magnetofónica. La estupidez es repetición, repetir a otros. Es mezquina..., mezquina porque no necesitas aprender. Aprender es arduo. Se necesitan agallas para aprender. Aprender significa que tienes que ser humilde. Aprender significa que tienes que estar dispuesto a dejar lo viejo, tienes que estar dispuesto constantemente a aceptar lo nuevo. Aprender significa un estado no-egoísta. Y nunca se sabe adonde te llevará el aprendizaje. No se puede predecir nada sobre el que aprende. Su vida permanecerá impredecible. El mismo no puede predecir lo que va a suceder mañana, dónde estará mañana. Se mueve en un espacio de no-conocimiento. Solo aprendes cuando vives en un estado de no-conocimiento, un constante estado de no-conocimiento. Por eso aprenden tan bien los niños; al hacerse mayores dejan de aprender, porque se acumulan los conocimientos y resulta barato repetirlos. ¿Por qué molestarse? Es barato, simple, seguir el patrón, moverse en círculo. Pero entonces se arraiga el aburrimiento. La estupidez y el aburrimiento van juntos.

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

Índice