Primero tenemos que ver muy claramente que toda forma de condenación del deseo no es

más que el eludir la comprensión de éste. Si se ve claramente este hecho, surge entonces la cuestión de qué haremos con el deseo. Él está ahí, ardiente. Hasta ahora lo hemos condenado, o aceptado, o disfrutado; y en su mismo disfrute hay dolor. En su represión, en su control, también hay dolor. Pero si no lo condenamos ni lo evaluamos, entonces está ahí, ardiente; ¿y qué tenemos que hacer? Pero ¿es que llegamos alguna vez a ese estado? Porque en ese estado sois el deseo, ya no hay ‘vosotros y el deseo’, como dos cosas separadas.

Jiddu Krishnamurti . El Estado Creativo de la Mente .

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