Un asesino ejecutado por su crimen, continúa (según el testimonio de uno de los Maestros

que instruyeron a H. P. Blavatsky) viviendo y reviviendo en Kamaloka la escena del crimen y los sucesos siguientes, repitiendo sin cesar su acto diabólico, volviendo a pasar por todos los terrores de la prisión y del suplicio. Del mismo modo, un suicida repetirá automáticamente los sentimientos de desesperación y temor que precedieron a su crimen, y renovará casi indefinidamente con lúgubre persistencia el acto fatal y la lucha de la agonía.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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