La fraternidad humana, mejor dicho, la fraternidad de todas la cosas, encuentra base firme y

sólida en los planos espirituales: átmico y búddhico. Fuera de ellos no hay unidad real, no existe ninguna simpatía perfecta. El intelecto es, en el hombre, el principio separativo que distingue él yo del no—yo, que tiene conciencia en sí mismo y considera toda cosa como exterior y extraña. Es el principio de combatividad que lucha y se afirma.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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