Durante todas estas épocas, antes de que el hombre viniera a ser lo que es,
la evoución iba llevando a cabo el trabajo de perfeccionar diversos poderes o facultades que hoy están en nuestra posesión. Esto fue realizado por el Ego o el hombre verdadero, pasando a través de diversas condiciones de materia, todas diferentes las unas de las otras, y el mismo plan general era y es seguido según prevalece con respecto a la evolución general del Universo, a la cual se hizo alusión anteriormente. Esto quiere decir que los detalles fueron primeramente elaborados en esferas de existencia muy etéreas, en realidad metafísicas. El paso siguiente consistió en traer estos mismos detalles a ser procesados en un plano de materia un poco más denso, hasta que por último se pudo efectuar en nuestro plano actual lo que llamamos impropiamente materia bruta. En estos estados anteriores los sentidos existían más bien en gérmen o en idea, hasta que el plano astral, que es el más próximo a nuestro plano, fue alcanzado, y entonces los sentidos se concentraron hasta convertirse en los sentidos actuales que empleamos ahora por medio de los diferentes órganos externos. Estos órganos exteriores de la vista, el tacto, el oído y el gusto, son muy a menudo erróneamente tomados por el ignorante o el insensato por los verdaderos órganos y sentidos; pero aquél que se detenga y piense, tendrá que reconocer que los órganos exteriores no son sino los intermediarios entre el universo visible y el verdadero Percibidor interior. Todos estos diversos poderes y potencialidades, al ser finalmente elaborados en este lento pero infalible proceso, al fin introducen en la escena al hombre como un ser septenario, así como también el universo y la tierra misma son septenarios. Cada uno de los siete principios del hombre se deriva de una de las siete originales grades divisiones, y cada uno se relaciona con un planeta o escena de evolución y con una raza en la cual esa evolución fue desarrollada. Así pues, es importante que la primera diferenciación septenaria se tenga presente, puesto que ésta es la base de todo lo que sigue. Así como la evolución universal es septenaria, la evolución de la humanidad es septenaria en su constitución y se lleva a cabo sobre una Tierra también septenaria. A ésto se le denomina en la literatura teosófica la Cadena Planetaria Séptuple, y está íntimamente conectada con la evolución particular del Hombre.
William Judge . El Oceano de la Teosofia .