Cuando el hombre reúne y concentra sus fuerzas, siente que la vida Divina no tiene
a menos influir en él activamente y calentarlo con su fuego suave y vivificador. Esta vida Divina que lo ha formado no teme formarlo de nuevo y, después de formarlo de nuevo, venir a establecerse en él y mantenerlo con sus santas influencias y, después de establecerse en él y haberlo mantenido con sus santas influencias, no teme comunicarle la alegría de la que ella es fuente y se nutre perpetuamente ella misma. En esta operación el hombre toma en rea- lidad un carácter nuevo, porque está tan invadido de la luz Divina que su inte- rior resplandece por completo con ella y se forma dentro de sí como un sol vivo y brillante que su cuerpo material no puede conocer, siendo uno de los sentidos del pasaje de San Juan: la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no lo han comprendido. Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .