El mundo interior del hombre ha permanecido pobre en Occidente; el hombre está espiritualmente famélico
en Occidente. Y lo mismo ha sucedido en Oriente desde el otro extremo: el hombre ha negado completamente su cuerpo, su mundo. Oriente ha insistido en negar todo lo que está fuera de ti, renunciando al mundo manifiesto y simplemente yendo hacia dentro, permaneciendo en tu centro. Oriente es espiritualmente rico, pero materialmente muy pobre y famélico. Oriente ha sufrido, Occidente ha sufrido. Mi mensaje es: ahora es el momento en que deberíamos desechar esta división de lo externo y lo interno, de lo inferior y lo superior, de lo diestro y lo zurdo. Deberíamos desechar esta división entre hombre y mujer, entre Oriente y Occidente. Deberíamos crear un hombre total que sea capaz de ambas cosas. Por eso me van a interpretar mal en todas partes. La persona religiosa oriental está enfadada conmigo porque piensa que estoy enseñando materialismo, y el pensador racional occidental está enfadado conmigo porque piensa que estoy enseñando monsergas espirituales. Todo el mundo está enfadado conmigo... y es natural, lo comprendo. Estoy enseñando el hombre completo, del peldaño más bajo de la escalera al peldaño más alto: del sexo al samadhi, del cuerpo al alma, de la materia a Dios. Mi confianza es total. Me gustaría decirte que hasta ahora el hombre no ha confiado. Ni siquiera en Oriente ha confiado el hombre. En Oriente el hombre ha dudado del mundo, por eso en Oriente se dice que el mundo es ilusorio, maya. En Occidente el hombre ha dudado de Dios, del alma. Se piensa que son solo alucinaciones, patologías. A la mente realmente occidental, Jesús le parece un neurótico, psicológicamente enfermo, que necesita tratamiento psiquiátrico. A Oriente, Occidente le parece animal: «Come, bebe y sé feliz», ésa parece ser la idea de Occidente que tiene Oriente, que ésa es la única filosofía occidental: ser como animales, burdos. Occidente ha desconfiado del mundo interno, Oriente ha desconfiado del mundo externo. Ambos han vivido dudando y solo han confiado a medias. Mi confianza es total. Confío en lo externo, confío en lo interno... porque lo externo y lo interno van juntos, no se pueden separar. No hay Dios sin este mundo, no hay mundo sin Dios. Dios es el núcleo interno de este mundo. El jugo que fluye en los árboles es Dios, la sangre que circula en tu cuerpo es Dios, la consciencia que reside en ti es Dios. Dios y el mundo están mezclados igual que el bailarín y su danza: no pueden estar separados, son inseparables. De manera que no digo que el mundo sea una ilusión; eso es una tontería. El mundo es tan real como la consciencia. Tampoco digo que el mundo interno sea neurosis, locura, alucinación. No lo es. Es el fundamento mismo de la realidad. Enseño el hombre entero. No soy un materialista, no soy un espiritualista. Mi enfoque es integral... y el hombre entero solo puede ser sagrado. Debido a esto, va a haber un gran malentendido con respecto a mí, y cualquiera puede señalar cosas, encontrar defectos en mí, y es muy fácil. El espiritualista puede llamarme epicúreo, seguidor de Charvaka... y no está completamente equivocado, porque la mitad de mí es epicúrea. Acepto a Epicuro y a Charvaka porque enseñan acerca del cuerpo y las alegrías del cuerpo, y la exultación del cuerpo. Y hay exultación en el cuerpo, y en el momento en que desechas eso, te vuelves serio y triste. Por eso los santos orientales parecen tan tristes; ninguna alegría. Hablan del gozo pero no lo muestran en sus rostros. Parecen absolutamente desdichados. Parecen absolutamente muertos, porque le tienen miedo a lo externo, y alguien que le tenga miedo a lo externo le tendrá miedo al amor, porque el amor es un proceso de ir hacia afuera. El amor denota al otro; amor quiere decir relacionarse, amor significa comunicarse con el otro. El amor significa la relación entre yo y tú. Oriente niega al otro, por eso Oriente está en contra del amor. Y si estás en contra del amor te perderás la danza.
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .