La materia se precipita por debajo del espíritu y el espíritu se eleva por encima

de nuestro cuerpo tenebroso. Se produce en nosotros una separación de lo puro y lo impuro y una unidad superior nos descubre un amplio campo Sin su socorro divino, el hombre se arrastra en el fango. Desde el fondo de su antigua morada, apenas puede descubrir a lo lejos algunos rayos de la claridad celeste y su oído, torpe y duro, ni siquiera puede suponer el armonioso concierto que forman los hijos de la luz ante el trono del Eterno. Pero, desde que esta vida suprema ha dejado caer sobre el hombre su rocío vivificante, ¿qué palabras podrían describir las dulzuras y los consuelos que le esperan? ¿Qué palabras podrían hacerle comprender el estado del pensamiento del hombre nuevo, cuando se encuentra dedicado a la contemplación de las obras de la sabiduría y al disfrute de los inefables arrobamientos que embargan su alma, por poco que ella se acerque al ámbito de la eternidad?.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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