He oído hablar de la visita de J. P. Morgan a casa de Dwight Morrow.

El gran financiero americano era famoso, entre otras cosas, por su bulbosa nariz roja de una fealdad insuperable. «Recuerda, Anne», no paraba de decirle a su hija la señora Morrow, «no debes decir ni una sola palabra sobre la nariz del señor Morgan. Ni siquiera debes mirarla mucho». Anne lo prometió, pero cuando llegó Morgan, la madre observó y esperó tensamente. Anne se portó de maravilla, pero la señora Morrow no se atrevió a relajarse. Volviéndose al financiero con una amable sonrisa, se preparó para servir el té y dijo: «Señor Morgan, ¿desea uno o dos terrones en su nariz?».

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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