Sábelo, Narjol, tú del Sendero secreto: sus frescas y puras aguas tienen que servir para

endulzar las olas amargas del océano, aquel inmenso mar de dolores formado de lágrimas humanas. ¡Ah! Una vez hayas venido a ser como la estrella fija en los más altos cielos, desde las profundidades del espacio aquel astro celeste y refulgente ha de brillar para todos, menos para ti mismo: da luz a todos, pero no la tomes de nadie.

H.P. Blavatsky . La voz del silencio .

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