He notado que mi Dios era el principio de todas las cosas, que no había
nada que no sacase de él su fuerza, sus propiedades, sus virtudes y todo su valor, por lo que no debo decidirme jamás a dedicar mi pensamiento y mi corazón a ningún objeto, sin haber averiguado si mi Dios no tiene en sí algo que haga las veces de este objeto, ya que, si hay en él algo que haga las veces de este objeto, sería un insensato si no me dedicase exclusivamente a ello y formase otras alianzas que no fuesen con él, ya que cualquier otro objeto que sea secundario para él y no pueda ofrecerle más que una alegría pasajera es limitado, )o mismo que es la esencia particular de este objeto, mientras que, al hacer una alianza exclusiva con mi Dios, encontraré en él todos los objetos secundarios que existen fuera de él, aunque existan por él, y los encontraré allí con una existencia duradera, permanente y universal, porque estarán vinculados a la fuente eterna e imperecedera que los creará y los engendrará continuamente y sin que puedan jamás dejar de ser y de colmarme de alegrías y delicias.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .