Precávete, discípulo, contra esta sombra letal. Ninguna luz irradiada del Espíritu es bastante para disipar
las tinieblas del alma inferior, a menos que de ella haya desaparecido todo pensamiento egoísta, y que el peregrino diga: «yo he renunciado a esta forma pasajera; he destruido la causa; las sombras proyectadas, como efectos que son, no pueden existir ya más». Porque ahora ha estallado el grande y último combate, la lucha final entre el Yo Superior y el Inferior. Mira, el campo de batalla mismo se halla ahora absorbido en la gran guerra, y no existe ya.
H.P. Blavatsky . La voz del silencio .