Les ordenará que no hablen a nadie de esta visión hasta que haya resucitado de

entre los muertos, porque, si a ellos, que estaban preparados, les había costa- do tanto trabajo soportar su fulgor con la vista, ¿cómo podrían soportar su na- rración oídos impuros y groseros? Según esta transfiguración, basta con que los discípulos del hombre nuevo lo vean como hijo de la Divinidad y se dedi- quen a su servicio con tanto celo como si estuviesen en presencia de un Dios. Instrucción que el hombre nuevo no puede grabar demasiado en ellos para man- tenerlos vigilantes y para que, trabajando de acuerdo con él, dediquen siempre todos sus esfuerzos a conservar la medida, el orden, la actividad y el amor en todas sus obras y todos sus movimientos, para que, él con ellos y ellos con él, manifiesten cada vez más y en una representación cada vez más perfecta esta unidad suprema, de la que son imagen el hombre nuevo y sus tres facultades.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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