Sin embargo, tú sientes esas verdades cuando se acercan a ti y, si no eres
culpable y ellas no te rechazan por culpa de tus crímenes, te reaniman, sin que te des cuenta por tu ignorancia y tus tinieblas. Caminas junto a ellas y con ellas, como los discípulos de Emaús caminaban y conversaban con el reparador sin conocerlo y sin saber que era el mismo a quien buscaban y, solamente cuando llega el momento y se abren tus facultades por el poder del espíritu, te das cuenta de tu ilusión y te dices como los discípulos de Emaús: ¿No estaba ardiendo nuestro corazón, cuando nos hablaba por el camino y nos explicaba las escrituras? Pero esta hora no te llegará nunca, mientras sigas manteniéndote en las tinieblas, porque es preciso que salgas de tu propia ilusión para que esta misma luz no te parezca una ilusión.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .