«Te ruego no sólo por ellos, sino también por los que deben creer en mí

por su palabra. Para que todos ellos sean uno, lo mismo que tú, padre mío, estás en mí y yo en ti, y del mismo modo sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado». ¿Qué otro deseo, que el de la expansión de la unidad, puede darse a conocer al que está lleno de la vida de la unidad? Además, los rasgos característicos más vivos que encuentra el hombre nuevo cuando en- tra en la vía de la regeneración son el celo y el fervor por esta expansión de la unidad, el dolor que le produce la visión de los campos de Israel abandonados y desiertos, así como el espectáculo de todos esos hermanos que han sido lleva- dos en cautividad y están sumidos en la esclavitud, y él siente en sí mismo todas estas impresiones distintas, pues no debemos olvidar que el hombre es, por sí solo, todo un universo y no debemos dudar que si, a imagen del reparador uni- versal, hay en cada uno de nosotros un libertador particular, es porque hay también reyes de Egipto y de Babilonia, que no dejan de encontrar también en nosotros un pueblo culpable que ellos llevan todos los días a la esclavitud.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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