En un artículo periodístico (29), cita Crookes la obra de Gasparín titulada: La ciencia hacia

el espiritismo, y dice a este propósito: “El autor concluye por afirmar que todos estos fenómenos derivan de causas naturales, sin que haya en ellos milagro alguno ni tampoco intervención de espíritus ni diabólicas influencias. Gasparín considera comprobado por sus experimentos, que en determinadas condiciones fisiológicas la voluntad puede actuar a distancia sobre la inerte materia, y la mayor parte de su obra está dedicada a determinar las leyes y condiciones bajo las cuales se manifiesta dicha acción Ciertamente es así; pero en cambio, hay en la obra de Gasparín muchos otros puntos, como contestaciones, réplicas y memorias demostrativas de que, aunque pío calvinista, no cede en fanatismo religioso a Des Mousseaux ni a De Mirville, católicos ultramontanos. El mismo Gasparín denota su espíritu de partido al decir: “Me considero en el deber de izar la bandera protestante frente al estandarte ultramontano"”(30). eN lo tocante a los fenómenos psíquicos, sólo pueden ser válidos los testigos serenos e imparciales y el dictamen de los científicos que no tengan determinado interés en el asunto. La verdad es una, e innumerables las sectas religiosas que presumen de poseerla por entero; y si para los ultramontanos el diablo es el más firme sostén de la iglesia católica, para Gasparín ya no ha vuelto a haber milagros desde el tiempo de los apóstoles. Pero Crookes cita asimismo a Thury, profesor de Historia Natural en la Universidad de Ginebra y colaborador de Gasparín en la investigación de los fenómenos de Valleyres, aunque contradice terminantemente las afirmaciones de su colega. Dice Gasparín que “la principal y más necesaria condición para producir el fenómeno es la voluntad del experimentador, pues sin voluntad nada podrá lograrse, aunque se mantenga formada la cadena durante veinticuatro horas seguidas” (31). Esto demuestra que Gasparín no distingue entre los fenómenos psíquicos y los simplemente magnéticos, dimanantes de la persistente voluntad de los experimentadores, entre quienes tal vez no haya uno solo con aptitudes mediumnísticas desenvueltas ni latentes. Los fenómenos magnéticos resultan siempre de la acción conscientemente voluntaria de quienes se esfuercen en obtenerlos, al paso que los fenómenos psíquicos obran sobre el sujeto receptivo independientemente de él y muchas veces contra su propia voluntad. El hipnotizador logra cuanto está al alcance de su fuerza volitiva. El médium, por el contrario, será instrumento tanto más a propósito para la producción del fenómeno cuanto menos ejercite su voluntad, y las probabilidades de logro estarán en razón inversa del ansia que sienta de producirlo. El hipnotizador requiere temperamento activo y el médium pasivo. Esto es el abecé del espiritismo y lo saben todos los médiums. Dijimos que Thury discrepaba de Gasparín en lo referente a la hipótesis de la voluntad, y así lo demuestra la siguiente carta dirigida a su colega en respuesta a la súplica que éste le hizo para que rectificara la última parte de su informe. Dice así: “Comprendo la justicia de vuestras observaciones referentes a la última parte de mi informe, que acaso concite contra mí la animadversión de los científicos; pero no obstante lo mucho que deploro que mi resolución le haya disgustado tanto, persisto en ella porque la considero hija del deber a que sin traición no puedo faltar. Por lo que a la ciencia se refiere, declaro que todavía no está demostrada científicamente la imposibilidad de la intevención de los espíritus en estos fenómenos, pues tal es la conclusión de mi informe, y si así no lo dijese me expondría a empujar por vías de múltiples y equívocas salidas, en el caso de que contra toda esperanza hubiese algo de verdad en el espiritismo, a cuantos después de leído mi informe quisieren estudiar estos fenómenos.

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

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