Era muy temprano en la mañana y el valle estaba lleno de silencio. El sol

aún no se había levantado detrás de los cerros y los picos nevados se veían oscuros. Durante muchos días el sol había sido brillante, fuerte y bastante caluroso. Eso no duraría, y aunque esta mañana el cielo era nuevamente muy azul y el sol comenzaba a tocar los picos nevados, hacia el oeste aparecieron nubes oscuras. El aire era limpio. A esa altura las montañas parecían muy cercanas. Permanecían aisladas, solas, y existía tanto ese extraño sentimiento de proximidad como la sensación de una distancia inmensa. Mientras uno las contemplaba era consciente de la edad de la tierra y de la propia impermanencia. Uno moriría y todo eso seguiría existiendo, las montañas, los cerros, los verdes campos y el río. Siempre estarían ahí, y uno con sus preocupaciones, sus insuficiencias y su dolor llegaría a su fin.

Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .

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