Para la mayoría de nosotros, la realidad más común de la vida es el mundo

material, el cual podemos ver y tocar con los cinco sentidos, y los pensadores metafísicos denomi-nan "no-yo", o lo objetivo para cada uno de nosotros. Como sabemos, la tarea del químico es reducir las sustancias conocidas a sus elementos simples, y hasta no hace mucho tiempo se creyó haberlo logrado satisfactoriamente. Las con¬clusiones del químico señalaban entre setenta y ochenta el número de elementos conocidos. Sin embargo, hace más o menos veinte años, en 1898, se descubrió un nuevo elemen¬to que se lo denominó radio, y este descubrimiento revolu¬cionó totalmente las ideas mundiales sobre la materia y la sustancia. Si consultamos los libros de texto del siglo pasado, o buscamos en los antiguos diccionarios la definición del átomo, veremos citado a Newton, quien lo definía como la última, indivisible y dura partícula de la materia, algo im¬posible de mayor subdivisión. Se lo consideró el ultérrimo átomo del universo, y los científicos de la Era Victoriana lo denominaron "la piedra fundamental del universo", cre¬yendo que habían llegado hasta donde era posible llegar y que habían descubierto todo lo subyacente detrás de la manifestación y de la objetividad misma. Pero, descubierto el radio y otras sustancias radiactivas, fue necesario encarar un nuevo aspecto de la situación, y, evidentemente, se vio que lo que hasta entonces se había tenido por la ultérrima partícula, no era tal. Hoy el diccionario define el átomo en los siguientes términos: "El átomo es un centro de fuerza, una fase de los fenómenos eléctricos, un centro de energía, activo por su propia construcción interna, que emite energía, ca¬lor o radiación.".

Alice A. Bailey . La Conciencia del Átomo .

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