«Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, lo mismo que yo he guardado también

los mandamientos de mi padre y me mantengo en su amor». Ése es el efecto de la verdadera morada del hombre nuevo, porque no puede habitar nada más que en su padre, ya que es de él de quien recibe conti- nuamente la vida, y es una morada parecida la que nos promete el hombre nuevo o nuestro hijo espiritual, si nos mantenemos en su amor, como él se mantiene en el amor de su padre. Pero mantenerse en el amor del Señor es no salir de él y es no ir a otro sitio, es no moverse ni siquiera de su lugar, y, si este amor del Señor pudiese persistir en nosotros con la misma constancia, ¿no sería nuestra felicidad imperturbable, a partir de ese momento? ¡Qué grandes y poderosos son los que están tranquilos, quietos y plácidos como está la vida de la unidad en la unidad!.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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