No nos extrañe que la ilusión y las tinieblas no tengan nada que hacer con

él, pues siempre tiene que responderles: yo soy un pensamiento del Señor, no puedo escucharos, no puedo entregarme a vosotros, porque pertenezco a aquél cuyo pensamiento soy y, si yo dispusiese de mi, dejaría de ser su pensamiento y, por consiguiente, ya no sería nada.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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