Pero guardémonos mucho de querer actuar antes de ese afortunado momento, movidos por nuestra impaciencia.

Antes de creer en lo frutos de la ley, hay que empezar por creer en la ley, porque, según dice el evangelio, ¿cómo creer en el reparador, si no se cree antes en Moisés y en la ley, que han hablado de este reparador? Pero la ley del hombre del espíritu consiste en no hacer un solo movimiento en la carrera superior sin que dicho movimiento esté ordenado y precedido por una palabra, que es para él lo que Moisés y los profetas eran para la ley de la gracia. Y, si el hombre no cree que ese debe ser su camino respetuoso y sumiso, no creerá mucho más en las maravillas que desearía su impaciencia, porque de esas maravillas es de las que tiene que profetizar la palabra.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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