Eso es lo que el hombre puede esperar cuando persevera con constancia en su plegaria

y cuando no se detiene en los impedimentos imaginarios que el enemigo le presenta continuamente como obstáculos insuperables. Una confianza firme en el fuego sagrado que nos anima, una confianza todavía más firme en el origen de donde procede este fuego, que no puede dejar de dirigir hacia él sus miradas, su calor y su luz, hacen que desaparezcan enseguida estos ataques débiles de nuestro enemigo, que no tienen fuerzas nada más que en nuestra pusilanimidad y en nuestra indecisión.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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