Tal fortaleza, tal poder para luchar, tal poder para infundir energía creadora es el Reino
de la Felicidad. Si un hombre hallara tal fortaleza y al mismo tiempo tal júbilo, tal lucha y a la par tal éxtasis en la vida, tal crecimiento y a la vez la perfecta forma, hallaría semejante hombre que tiene en su interior un eterno Compañero; tal hombre hallaría que doquiera está, doquiera vive, doquiera respira, no está solo, que la soledad no lo conoce, ni hace extremo alguno, sino que él recorre gozosamente el intermedio sendero que conduce al Reino de los Cielos. Entonces hallará como hallaron tantos induístas amantes de Shri Krishna; que porque deseaban que Él fuese su compañero, porque anhelaban perpetuamente en su corazón estar con Él, se les apareció a cada uno de ellos y fue su compañero, su delicia, su arrobamiento, y Él se apareció diversamente según el grado de evolución de cada cual, según la evolución de la mente y del corazón de cada uno de ellos. Él era lo que ellos querían que fuese; Él era lo que ellos necesitaban que fuese; un Dios o un simple amigo; el magno Actor o un perezoso compañero; el gran creador o un débil destructor. Su forma externa dependía de la mente de quien anhelaba y del corazón de quienes habían sufrido y hallaban un nuevo aliento de vida.
Jiddu Krishnamurti . El Reino de la Felicidad .