Usted dijo un día que nosotros debemos sentarnos en silencio y observar la actividad de

nuestra propia mente; pero nuestros pensamientos desaparecen tan pronto comenzamos a observarlos conscientemente. ¿Cómo podemos percibir nuestra propia mente cuando la mente es tanto el percibidor como aquello que ella percibe? Ésta es una pregunta muy compleja, y hay muchas cosas involucradas en ella. Bien, ¿existe un percibidor, o sólo hay percepción? Por favor, siga esto atentamente. ¿Hay un pensador, o sólo existe el pensar? Ciertamente, el pensador no existe primero. Primero está el pensar, y después el pensar crea al pensador lo cual implica que ha tenido lugar una separación en el pensar. Es cuando ocurre esta separación que surgen el observador y lo observado, el percibidor y el objeto de la percepción. Y el interlocutor dice que si uno observa su mente, si observa un pensamiento, ese pensamiento desaparece, se desvanece; pero de hecho sólo existe la percepción, no un percibidor. Cuando usted mira una flor, cuando la ve, ¿hay en ese instante una entidad que ve? ¿O sólo existe el ver? El ver la flor hace que usted diga: “Qué bella es, la quiero”; por lo tanto, el “yo” surge a través del deseo, del miedo, de la codicia, de la ambición, que marchan tras la estela del ver. Son estos factores los que crean el “yo”, y el “yo” no existe sin ellos. Si investiga más profundamente toda esta cuestión, descubrirá que cuando la mente está muy quieta, completamente silenciosa, cuando no hay movimiento alguno del pensar y, por tanto, no hay experimentador ni observador, entonces esa misma quietud tiene su propia comprensión creadora. En esa quietud la mente se transforma en otra cosa. Pero la mente no puede encontrar esta quietud por ningún medio, por ninguna disciplina o práctica; esa quietud no llega porque uno se siente en un rincón tratando de concentrarse. Llega cuando uno comprende las modalidades de la mente. Es la mente la que ha creado la imagen de piedra que la gente adora; es ella la que ha creado el Gita, las religiones organizadas, las innumerables creencias; y, para descubrir lo real, uno debe ir más allá de las creaciones de la mente.

Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .

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