En Calcutta solía hospedarme en casa de un juez del Tribunal Supremo. Su mujer me

dijo: «Mi marido solo te escucha a ti. Eres la única persona que puede aportar algo a su vida. Toda nuestra familia está cansada de su actitud. Sigue siendo un magistrado incluso en casa.» Dijo: «Incluso en la cama sigue siendo el juez del Tribunal Supremo. Espera que le llame "Su Señoría". Nunca es espontáneo, y hace normas y leyes para todo. Los niños están cansados. Cuando entra en casa, toda la casa se queda silenciosa, desaparece toda la alegría. Todos estamos esperando que se vaya al juzgado.» Conozco a ese hombre: es un buen juez, un magistrado muy concienzudo, muy sincero, honesto, y éstas son buenas cualidades; pero se ha vuelto una máquina. Si llega a casa y sigue siendo un magistrado, eso no es bueno. También hay que relajarse. Hay que jugar con los niños, pero él no puede jugar con sus hijos; eso sería bajar demasiado. Incluso con su mujer permanece en el pedestal, lejano: sigue siendo el magistrado.

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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