Mi recomendación es que la gente utilice la psicoterapia y la meditación de manera complementaria,

permitiendo que cada una de ellas lleve a cabo su propia labor. Ambas son técnicas poderosas y eficaces que apuntan fundamentalmente a distintos niveles del espectro de la consciencia. No quiero decir con ello que no se superpongan o que no compartan ciertas cosas. Hasta el mismo psicoanálisis, por ejemplo, desarrolla, en cierta medida, la capacidad de ser Testigo, ya que mantener una atención general desde arriba es un requisito previo para la libre asociación. Pero, más allá de esta similitud, las dos técnicas comienzan a divergir rápidamente y se ocupan de dimensiones muy distintas de la consciencia. La meditación puede cooperar con la psicoterapia, porque ayuda a establecer la consciencia del Testigo y, en esa misma medida, puede contribuír a la resolución de ciertos problemas. Y la psicoterapia, por su parte, puede colaborar con la meditación, porque libera la consciencia de sus represiones y confusión con los niveles inferiores. Pero, aparte de eso, los objetivos, las metas, los métodos y la dinámica propia de ambas actividades es radicalmente diferente.

Ken Wilber . Psicoterapia y Espiritualidad .

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