El Teósofo afirma que todos estos grandes nombres representan miembros de una misma doctrina. Que

tales caracteres extraordinarios que aparecen de cuando en cuando dentro de la civilización occidental, como San Germán, Jacobo Boehm, Cagliostro, Paracelso, Mesmer, el Conde de San Martín y la señora H. P. Blavatsky, fueron agentes encargados de cumplir en el momento propicio el trabajo de la Gran Logia. Es cierto que ellos son genralmente ultrajados y calificados como impostores, aunque nadie puede decir por qué lo son, ya que generalmente ellos confieren beneficios y trazan proyecciones o hacen descubrimientos que resultan de gran valor para la ciencia después de su muerte. Pero el mismo Jesús sería tildado hoy de impostor, si apareciese en una iglesia de la Quinta Avenida de Nueva York reprochando a los profesos cristianos. Paracelso fue el creador de valiosos métodos y tratamientos médicos, ahora universalmente adoptados. Mesmer enseñó el hipnotismo bajo otro nombre. Madame Blavatsky introdujo una vez más a la atención de Occidente el sistema más importante, por mucho tiempo conocido por la Gran Logia, referente al hombre, su naturaleza y su destino. Pero todos ellos por igual son calificados de impostores por gentes que no tienen ninguna filosofía original propia, y cuyas clases mendicantes y criinales exceden en grado de miseria y en número a los de cualquier otra civilización de la tierra.

William Judge . El Oceano de la Teosofia .

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