Para llegar a ser espiritual, para vivir dichoso y servir debéis tener “el alma preparada
para la tentación”. La experiencia es esencial. La gente puerilmente inocente propende a ser mezquina, mojigata y envidiosa, y contra estas trivialidades hemos de luchar, pues no prometen dar grandes y verdaderas experiencias. No habéis de tener la inocencia del niño que carece de experiencia, que no sabe lo que son sufrimientos ni lo que es estar en una borrasca de emociones ni lo que es sufrir mentalmente, y que sólo balbucea algunas palabras. Debéis ser como el hombre que ha sufrido, que conoce y que ha edificado, Así habéis de ser. Habéis de tener vuestra propia sensación de la vida, y no la sensación de los demás. No quiere esto decir que os hayáis de lanzar a absurdas experiencias y extravagantes expresiones de vuestros sentimientos. Los ordinarios placeres, penas, tristezas y alegrías deben ser vuestras experiencias que os han de servir de materiales de construcción. Son vuestros canales, vuestros ríos por los cuales debéis navegar hasta el vasto océano donde verteréis vuestra individual experiencia, vuestra identidad, para convertiros en una gota del océano. Pero debéis de disponer de naves en que navegar. Pero habéis de ser capaces de tender las velas, de remar, de tener tras vosotros las acumuladas experiencias y estremeceros a la idea de nuevas experiencias de armónica índole. Debéis tener el divino descontento, el caos de que surgirá la rutilante estrella.
Jiddu Krishnamurti . El Reino de la Felicidad .