Podrías, por tanto, hacerte una idea de los futuros placeres, cuyas primicias estarías ya saboreando.
Tendrías deliciosos presentimientos de que, gracias a los favores misericordiosos del que te ha creado y quiere regenerarte, tu entrada en la vida está como garantizada por él y tú puedes decir, con una santa seguridad inspirada por él: no se me ha dado mi alma en vano; se ha dignado hacer que renazca, para aplicarla a la obra activa a la que mi sublime emanación me daba derecho a aspirar y me promete además hacerme recoger algún día los frutos del campo, que él mismo ha querido cultivar por mis manos. ¡ Que este Dios de todo poder y de todo consuelo sea por siempre honrado por los hombres, como debería ser y como sería si fuese mejor conocido!.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .