Y esto no es solamente así con los taoístas; los budistas lo saben, los hindúes
lo saben. A lo largo de los tiempos, todos los meditadores se han topado de alguna manera con el hecho de que si los ojos están medio abiertos, de una forma muy milagrosa escapas de dos trampas. Una es distraerse con el mundo externo; la otra es distraerse con la ensoñación del mundo interno. Permaneces exactamente en el linde entre lo interno y lo externo. Y eso es lo importante: estar en el linde de lo interno y lo externo significa que en ese momento no eres ni masculino ni femenino; tu visión está libre de dualidad, tu visión ha transcendido la división en ti. Solo cuando estás más allá de la división en ti te alineas con el campo magnético del tercer ojo.
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .