Al ponerse los animales bajo la influencia del hombre, el alma monádica de grupo se
desenvuelve con rapidez creciente, y por causas parecidas a las que afectan las plantas cultivadas, aceleran la subdivisión de la vida encarnada; la personalidad se desarrolla y se hace más y más saliente; en las primeras etapas casi puede decirse que es compuesta, pues tan por completo están dominadas las formas por el alma común, que toda una mónada de seres salvajes puede actuar como movida por una sola individualidad. Los animales domésticos de tipo superior, tales como el elefante, caballo, gato, perro, etc., muestran una personalidad más individualizada; por ejemplo, dos perros pueden obrar muy diferentemente bajo la influencia de las mismas circunstancias. El alma monádica de grupo encarna en un número cada vez menor de formas, a medida que se aproxima gradualmente al punto en que se alcanza la individualidad completa. El cuerpo de deseo o vehículo Kámico se desarrolla considerablemente, y después de la muerte del cuerpo físico persiste por algún tiempo con vida independiente en el Kamaloka. Finalmente, el número siempre decreciente de formas animadas por un alma monádica de grupo, llega a la unidad y anima una serie de formas simples, cuyo estado sólo difiere de la reencarnación humana por la falta del Manas, con sus cuerpos mental y causal. La materia mental que trajo consigo el alma monádica de grupo, empieza a hacerse susceptible a las influencias del plano mental, y entonces el animal se halla en estado de recibir la tercera gran emanación del Logos; el tabernáculo está dispuesto para albergar la mónada humana que es triple por naturaleza, siendo sus tres aspectos respectivamente denominados el Espíritu, el Alma espiritual y el Alma humana; o sea Atma, Buddhi, Manas. Sin duda alguna, en el transcurso de los ciclos de la evolución, la mónada evolucionadora de la forma podría desenvolver el Manas por medio del desarrollo progresivo; pero ni en la pasada raza humana ni en los animales al presente, no es tal el curso de la Naturaleza. Cuando la morada estuvo dispuesta fue enviado el que debía habitarla: de planos superiores del ser descendió la vida átmica, velándose en Buddhi como en hilo de oro y mostrándose en su tercer aspecto: Manas. En los niveles superiores del mundo sin forma del plano mental, se produjo el Manas germinal dentro de la forma, surgiendo de esta unión el cuerpo causal embrionario. Esta es la individualización del espíritu, su clausura dentro de la forma; y este espíritu así encerrado en el cuerpo causal, es el alma, el individuo, el hombre real. Este es el momento de su nacimiento, porque, aunque su esencia es eterna, nonata y sin fin, su nacimiento en el tiempo como individuo es definido.
Annie Besant . La sabiduría antigua .