Pues, cuando se creó al primer hombre, Dios no le dijo nada de que se
lamentase ni de que pasase su vida en un mar de lágrimas, sino que le dijo que lo estableciese a él en todas las obras de sus manos, le dijo que pusiese nombre a todos los animales, le dijo que llenase la tierra y la dominase; pero, desde la caída, la tierra está maldita y él no debe comer el pan si no es con el sudor de su frente. Por eso, la familia humana no tiene más remedio ni salvación que la súplica y el recurso a la misericordia del Señor, mientras que las nuevas prevaricaciones de las generaciones sucesivas no hacen más que acrecentar los males y la miseria del hombre.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .