Y semejantes potencias tienen que manifestarse por los choques procedentes de los contactos con los
objetos del universo en que la Mónada se proyecta. El roce engendrado solicita en respuesta las vibraciones de la vida sometida a esa excitación; y las energías de esa vida, pasan una a una, del estado latente al activo. La Mónada humana, así llamada para distinguirla, presenta, como hemos visto, los tres aspectos del Ser Divino, porque es la imagen perfecta de Dios; y en el ciclo de la evolución humana, los tres aspectos se desarrollan sucesivamente.
Annie Besant . La sabiduría antigua .