De esta forma, el hombre puede alegrarse muchísimo; pero no puede glorificar- se. Finalmente el
ángel está colmado de consuelos y de alegrías y, en medio de estas alegrías divinas que le proporcionamos, se une y se apega más aún a noso- tros, tanto por su caridad vi\ a y natural como por la necesidad de aumentar su propia felicidad. Por su parte, la Divinidad no procura continuamente nada más que penetrar cada vez más en el corazón de los hombres, para expandir su gloria. su vida y su poder y satisfacer con ello al ángel que lo desea con tanto ardor.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .