Los hombres trabajan, no porque quieran arar, construir o tejer, sino porque desean los frutos

del cultivo, de la construcción o del tejido, bajo forma de dinero o de bienes. El abogado defiende, no porque quiera exponer los áridos detalles de un negocio, sino porque está ávido de riquezas, de renombre y de distinciones. En todas partes, alrededor de nosotros, las gentes trabajan por algo, y el agujón de su actividad está en el fruto que consiguen y no en el trabajo mismo. El deseo del fruto les impele a la acción y el goce de este fruto viene naturalmente a recompensar su esfuerzo.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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