Una mente competitiva, atrapada en el conflicto del devenir, que piensa en términos de comparación,

es incapaz de descubrir lo real. El pensamiento sentimiento que es intensamente alerta se halla en el proceso de constante descubrimiento propio, el cual, por ser genuino, es liberador y creativo. Ese descubrimiento propio nos libera del espíritu adquisitivo y de la completa vida del intelecto. Es esta compleja vida del intelecto la que encuentra satisfacción en las aficiones: la destructiva curiosidad, la especulación, el mero conocimiento, la capacidad, el chismorreo, etc.; y estos obstáculos impiden la simplicidad de la vida. Una afición, una especialización, sirven para agudizar la mente, concentrar el pensamiento, pero no contribuyen a que el pensar sentir florezca en la realidad. Liberarnos de la distracción es más difícil cuando no comprendemos plenamente el proceso del pensar sentir, que en sí mismo se ha vuelto el medio de distracción. Siendo este proceso siempre incompleto, proclive a la curiosidad y a la formulación especulativa, tiene el poder de crear sus propios obstáculos, sus ilusiones, todo lo cual impide la percepción de lo real. Así es como se convierte en su propia distracción, en su propio enemigo. Dado que la mente es capaz de generar ilusión, este poder debe ser comprendido antes de que la mente pueda liberarse de las distracciones que ella misma crea. La mente debe estar por completo quieta, silenciosa, porque todo pensamiento se vuelve una distracción.

Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .

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