No hay que preocuparse por la perfección. Es mejor sustituir la palabra «perfección» por «totalidad».
No hay que pensar en ser perfecto, sino en ser total. La totalidad te proporcionará una dimensión diferente. En eso consisten mis enseñanzas: sé total y olvídate de ser perfecto. Hagas lo que hagas, hazlo totalmente; no perfecta, sino totalmente. ¿Cuál es la diferencia? Cuando estás enfadado, el perfeccionista dirá: «No está bien enfadarse. La persona perfecta nunca se enfada». Eso es una tontería, porque sabemos que Jesús estaba enfadado. Estaba realmente enfadado con la religión tradicional, con los sacerdotes, con los rabinos, tanto que sin la ayuda de nadie expulsó a los mercaderes del templo, látigo en mano. Gritaba tanto y su furia era tan intensa, tan apasionada, que todos se asustaron. No es simple coincidencia que el pueblo en cuyo seno nació fuera el que lo mató. Estaba realmente furioso y se rebeló. Recuerda que el perfeccionista dirá: «No te enfades». ¿Y qué haces entonces? Reprimir tu furia, tragártela, y así se convertirá en un lento envenenamiento de tu ser. Serás capaz de reprimirla pero entonces te convertirás en una persona colérica, y eso sí es malo. Un estallido de cólera de vez en cuando tiene su propia función, su propia belleza, su humanidad. Una persona incapaz de enfadarse no tiene entrañas, no tiene carácter.
Osho . El libro del ego .