Señor, la iniquidad de los hombres sería demasiado grande para no cansar tu paciencia y
no encender tu justicia. Sin duda hay hombres de paz y elegidos que ya han llegado a tu santa morada que, por sus virtudes y sus inciensos, te consuelan de las abominaciones acumuladas por otros hombres. Te consuelan con sus plegarias y retienen tu brazo, esperando que, una vez colmadas las medidas, hagas que estalle tu furor, que no podrá dejar de desarrollarse, cuando ya no haya fe sobre la tierra, ya que, cuando no encuentres asilo en el corazón del hombre, destruirás al hombre en tu sabiduría y tu justicia, como un edificio viejo que no es ni robusto ni seguro, en el que ya no pudieses habitar.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .