Veamos, pues, a este hombre nuevo, en medio de su soledad, vagando unas veces por

caminos apartados; sentado otras, abrumado por la amargura y vertiendo torrentes de lágrimas, o sumiéndose en la profundidad de sus pensamiento, siempre gimiendo, siempre deseando, siempre esperando los momentos de consuelo y de triunfo que se le han anunciado, siempre orando para que no desfallezca su esperanza, a pesar de la austeridad de su desierto, a pesar de la acidez de sus alimentos y a pesar de las rudas pruebas que debe sufrir a cada momento. Veámoslo, al mismo tiempo, defendiéndose siempre con medios simples y sacados siempre del amor y el respeto que tiene por su Dios.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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