Esto hace que la hipótesis no sea un mero sueño desca¬bellado sino un ideal útil
y práctico. Si es verdad que todas las células de nuestro cuerpo son, por ejemplo, electrones que mantenemos en coherencia, y si somos el factor energetiza¬dor dentro de la forma material, es de suma importancia re¬conocerlo y ocuparnos correcta y cientificamente de esa forma y sus átomos. Esto implica el cuidado práctico del cuerpo físico y la adaptación inteligente de toda nuestra energía al trabajo que se debe realizar y a la naturaleza de nuestro objetivo, pues es necesaria la sensata utilización del conjunto de células, nuestro instrumento o herramienta, y nuestra esfera de manifestación. Muy poco sabemos sobre esto. Cuando se desarrolle este concepto y se reconozca al ser humano como un centro de fuerza, cambiará fundamen¬talmente la actitud de las personas respecto a su trabajo y modo de vivir. Cambiará, por ejemplo, el punto de vista del campo de la medicina y se estudiarán los correctos métodos para utilizar la energía. No habrá enfermedades causadas por la ignorancia y se estudiarán y practicarán los métodos de transmisión de fuerza. Seremos entonces verdaderamente átomos inteligentes, algo que aún no somos. No sólo seremos prácticos para manejar nuestro cuerpo material, pues conoceremos su constitución, sino que cons¬cientemente hallaremos nuestro lugar en el grupo y dirigiremos nuestra energía para su beneficio, y no como ahora para nuestros propios fines. Muchos átomos no sólo poseen vida interna propia, sino que la irradian, y así como la ra-diactividad se va comprendiendo gradualmente, también se estudiará al hombre como centro de radiación activa. Esta¬mos en vísperas de admirables descubrimientos; nos acerca¬mos a una maravillosa síntesis del pensamiento mundial; avanzamos hacia ese período en que la ciencia y la religión se ayudarán mutuamente, y la filosofía contribuirá al cono¬cimiento de la verdad.
Alice A. Bailey . La Conciencia del Átomo .