Sí, Señor, pronunciando tu nombre sobre el hombre de deseo, renuevas todo su ser y,
pronunciando tu nombre sobre él, le devuelves tu imagen, tu semejanza, tu propiedad, como esas substancias sobre las cuales ponemos nuestros sellos y nuestras firmas, para que se sepa a quién pertenecen. El hombre no se convierte así en tu imagen y tu semejanza nada más que pronunciando tu nombre sobre él, tú juntas también su propio nombre en su esencia y en su unidad y así lo haces capaz de realizar en su entorno la manifestación de las maravillas que tú realizas en la universalidad de todos los reinos y de todas las regiones.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .