De este modo podemos ver la unidad de conciencia desde el más diminuto átomo hasta

la Deidad misma, abrien¬do ante nosotros una admirable perspectiva de posibilidades, pudiendo verse también la vida de Dios en Su triple y esen¬cial manifestación, desarrollándose en una conciencia siem¬pre en expansión, expresándose en el átomo de sustancia, ampliándose por medio de la forma, hasta llegar al punto culminante en el hombre y, luego, continuar su curso hasta manifestarse como la conciencia planetaria, suma total de todos los estados de conciencia en nuestro planeta Tierra, hasta llegar a la Vida fundamental y básica que sintetiza to¬das las evoluciones planetarias, dentro de Su esfera mayor, el sistema solar. En resumen, tenemos cuatro estados de in¬teligente actividad que podemos o denominar: conciencia, autoconsciencia, conciencia grupal y conciencia de Dios, que se manifiestan respectivamente mediante los cuatro tipos de átomo: primero, el átomo químico y todas las formas atómi¬cas; segundo, el átomo humano; tercero, el átomo planetario, y, finalmente, el omniabarcante átomo solar. Animando a estas formas atómicas, podemos ver la manifestación de todos los tipos de vida subhumana, desde la vida del átomo de la sustancia, hasta la vida animadora de los animales su¬periores; luego esa vida denominada humana, el hombre, el pensador; después el Hombre celestial, y, finalmente, la ex¬celsa Vida del sistema solar, que los cristianos denominan Dios o Logos.

Alice A. Bailey . La Conciencia del Átomo .

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