La purificación sigue siempre la misma marcha: expulsión de elementos inferiores por la producción de
vibraciones contrarias, y asimilación de materiales más sutiles en reemplazo de los eliminados. Pero en el caso presente, el desarrollo moral e intelectual del hombre coloca esta construcción casi enteramente en sus propias manos, puesto que las excitaciones de la naturaleza exterior no le balancean de un lado para otro, sino que razona, juzga y resiste o cede según lo que estima bueno. Por el ejercicio de su pensamiento conscientemente dirigido puede afectar profundamente a su cuerpo astral, cuyo perfeccionamiento prosigue desde entonces con rapidez creciente.
Annie Besant . La sabiduría antigua .