Pero en la cabeza del hombre hay un símbolo maravilloso. En ese organismo viviente se

representa ese drama mediante el cual el ser puramente humano se fusiona con la divinidad, el gran drama final de la unión mística entre Dios y el hombre, entre el alma y la personalidad. Según la filosofía oriental existen en la cabeza del hombre dos grandes centros de energías. Uno, el centro entre las cejas, mezcla y fusiona los cinco tipos de energías que le son transmitidas a él y fusionadas en él, la energía de los tres centros que están abajo del diafragma y la de los centros laríngeo y cardíaco. El otro, el centro coronario. entra en actividad por medio de la meditación. el servicio y la aspiración, y a través de él el alma hace contacto con la personalidad. Dicho centro es el símbolo del espíritu o aspecto positivo masculino, así como el centro entre las cejas es el símbolo de la materia, del aspecto negativo femenino. Vinculado a estos vórtices de fuerza tenemos dos órganos físicos, la glándula pituitaria y la pineal. La primera es negativa y la segunda positiva. Estos dos órganos son las correspondencias superiores de los órganos masculino y femenino de la reproducción física. A medida que el alma va siendo cada vez más poderosa en la vida mental y emocional del aspirante, penetra con mayor poder en el centro de la cabeza Y el hombre va purificando su personalidad y poniéndola al servicio de la voluntad espiritual elevando automáticamente las energías de los dos centros del cuerpo al centro entre las cejas. Oportunamente se acrecienta y amplía la influencia de los dos centros hasta que los campos magnéticos o vibratorios hacen contacto entre sí y aparece instantáneamente la luz. Padre-espíritu y madre materia se unifican, y el Cristo nace. "A no ser que el hombre vuelva a nacer no podrá ver el reino de Dios", dijo el Cristo. Tal el segundo nacimiento, y desde ese momento la visión adquiere creciente poder.

Alice A. Bailey . El Sexo .

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