Es mucho más cómodo negar la realidad de los fenómenos psíquicos desde abrigadas posiciones, que
señalarles lugar apropiado entre los fenómenos naturalesclasificados por las ciencias de observación. ¿Pero cómo podrán lograrlo si dichos fenómenos corresponden a la psicología que con sus ocultas y misteriosas fuerzas es país desconocido para la ciencia moderna? Así es que impotentes para explicar cuanto directamente procede de la naturaleza del alma humana, cuya existencia niegan los más de ellos, e incapaces por otra parte de confesar su ignorancia, arremeten vengativamente los científicos contra quienes sin presumir de sabios creen en el testimonio de sus sentidos. “Un puntapié tuyo, ¡oh Júpiter!, es suave”, dice el poeta Tretiakowsky en una antigua tragedia rusa. Lo mismo podemos decir respecto de los vastos conocimientos de los dioses mayores de la ciencia, en cuestiones menos abstrusas; mas aunque no imitemos su conducta, tampoco hemos de desconceptuarlos ante la opinión pública. Pero por desgracia, no son los dioses quienes más alto claman.
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .