En ese viaje desde el aeropuerto a través de la vulgaridad de las grandes poblaciones

que se extendían por muchas, muchas millas, con luces deslumbrantes y muchísimo ruido, al tomar después la autopista y pasar por un corto túnel, súbitamente dimos con el Pacífico. Era un día claro sin un solo soplo de viento, pero como era muy temprano en la mañana, había una gran pureza antes de que la contaminación del gas monóxido llenara el aire. El mar se veía muy tranquilo, casi como un inmenso lago. El sol acababa de asomar sobre el cerro, y las aguas profundas del Pacifico tenían el color del Nilo, pero en los bordes eran de un azul claro y lamían suavemente las orillas. Había muchos pájaros, y en la distancia uno alcanzó a divisar una ballena.

Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .

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